martes, 30 de enero de 2018

MI GUÍA Y SUBGUÍA


(Década 1970-1979)


Alejandro Cervera quien sería mi primer
Akela, y Ramón (Moncho) Matos. 
Avelino Paredes, Eva Laura Berumen,
Jaime Lozano (Akela) y Joaquín Salazar 
Después de una gran caída de ánimo al final de mi estancia en la manada, por fin el ansiado pase  a la tropa tuvo lugar. Ya se me hacía para “chicos” el ambiente de la sección donde pasé tan buenos momentos, donde vi pasar a Alejandro Cervera y a Jaime Lozano como Akelas y donde brumosamente recuerdo la visita de nuestro fundador, el Chief Durán. El local de la manada estaba en lo que llamábamos Multún, un terreno francamente feo donde actualmente solo hay casas en la García Ginerés, muy cerca de Circuito Colonias y la galletera Dondé. Yo ya quería ir a Tanlum con los grandes.
Al incorporarme a la tropa en 1976, fui asignado a la “dispersa” y entrona Búfalos, patrulla en la que pasé algunos de mis mejores momentos en el escultismo.
Daniel Riancho fue un buen líder y guía de patrulla, y es hasta la fecha un divertido amigo de un contagioso entusiasmo. Una nube de polvo anunciaba normalmente su arribo, pues apenas se hizo de un coche, su manía era acelerar, frenar y hacer círculos en la gran explanada polvosa que antecedía al local de tropa. Lo suyo para nada era llegar desapercibido.
Mi promesa de tropa 1977. Jorge
Contreras, Ernesto Cab y Carlos Pinto.

Ponía a todos atentos cuando contaba chistes o demostraba sus peculiares habilidades. Una de las que se pueden contar es la muy asquerosa de escupir un compacto gargajo hacia arriba, para después cacharlo limpiamente en la boca varios pasos más adelante. Por supuesto la tropa aplaudía y festejaba encantada.
Enrique Ruiz del Hoyo (+), de guitarra pronta y sonrisa permanente, era en esas fechas nuestro jovial y fornido subguía, pero además un gran contendiente cuando llegaba la hora de juegos cuerpo a cuerpo.
Todos los que pasamos por la tropa, casi sin darnos cuenta, nos entrenamos en esfuerzo, liderazgo, reto y trabajo en equipo. Esto incluye normalmente, momentos clave de feliz logro en el que alcanzas alguna meta que parecía imposible. Los papás entienden el valor de esto cuando llegamos a casa molidos, raspados y moreteados, pero ven en nuestra cara y actitud que ese día cambiamos, pues obtuvimos algo en la junta que no se consigue en ningún otro lado.
Enrique (Quique o Quiquino) representó ese logro para mí. Desde que ingresé lo vi hacer añicos las defensas en juegos de contacto, y simplemente se me hacía imparable en el “chupo”, especie de rudo tochito en el que el balón se cambia por un silbato y el punto se marca silbando al pasar la meta enemiga.
Crecí aceptando que era mi destino salir despedido miserablemente al enfrentarlo, pero un buen día, después de haber ganado unos centímetros y kilos, armado de valor logré sujetarlo, y tras varios metros de arrastre obtuve no solo que se detenga, sino derribarlo también. A partir de ese día me hizo morder el polvo mil veces más, pero de alguna manera ya nada fue igual.
Enrique  recién se nos adelantó en el año de 2017.


Algún día estimado Quique, algún día nos echaremos otro “chupo”.


Enrique Ruiz del Hoyo (+). Para nosotros Quique o Quiquino
Quique con Miguel (el gringo) Mark









 



















miércoles, 24 de enero de 2018

AIRE DE MEMORIAS


Aportación de el Dr. Antonio Guerrero Castro, actual Consejero Rover Responsable (antes Jefe de Clan) del Clan Espartanos del Grupo 3.

De los ochenta años que ha visto alegremente nuestro grupo, quien escribe estas letras ha permanecido en él doce, doce años que se barajan entre el inicio de mi vida como rover y como scouter en su manada y clan. Sobra escribir que las mejores experiencias de mi vida se han dado estando con los hermanos que el escultismo ha puesto en mi andar, hermanos que vienen y van, hermanos que sin duda siempre estarán.



Decenas de noches de campamento han servido de marco esencial para entablar interminables charlas que cobijan la sonrisa de cada uno de sus
elementos, elementos que le cantan a la vida en torno al calor de un fuego nuevo, en torno al silencio del claro viento. Caminatas y excursiones han forjado el temple de hombres y mujeres que planteándose un objetivo en el cielo lejano, han encontrado la paz y la alegría de compartir su día a día.

 Trazamos nuestros orígenes al lejano ’38, descubriendo a cada instante la magia de vivir la misma aventura que emprendieron los pioneros del ayer, hoy trazamos un rumbo fijo lleno de esperanzas y caminamos por la senda de una inequívoca felicidad.

¡Feliz cumpleaños ochenta, grupo tres! 

 




 

Antonio I. Guerrero Castro

 Leónidas IX