(Década 1970-1979)
El que no ha sufrido la pérdida de sus alimentos en
campamento… es porque no ha estado en un campamento de verdad (o cuando menos
no en suficientes).
En alguna de tantas salidas, algunos dicen que aniversario,
otros que alguna caminata, alguien de repente reportó que nos habían robado la
carne para el almuerzo, y que había visto al ladrón. La descripción del
delincuente no era muy detallada, pues solo lo vio un segundo y en franca
huida. El testigo solo acertó a decir que creía era un perro, que éste era
negro, y que alcanzó a distinguirle su blanco trasero.
Con esta información, y con el fantasma del hambre
acechándonos, se inició la cacería, vigorosa, organizada, rápida… pero
totalmente inútil. Del perro negro del trasero blanco, (y de nuestra carne) ni
sus luces. No hay registro tampoco de que se hizo para poder sobrevivir sin
comida, pero casi seguro pasamos la vergüenza de comprar latería o galletas en el pueblo más cercano.
Estos son los hechos. La leyenda empezó en las siguientes
salidas. En algunas de ellas desaparecía de nuevo la comida y se repetía la
historia: reporte de perro negro con el trasero blanco, corretiza y cero
resultado.
Generaciones
después se sigue temiendo la aparición del mítico perro negro. Cuando acampes cuídate de él, y puedes
llamarle así: “el perro negro del trasero blanco” (el nombre vulgar no se pudo
poner aquí).
Recreación del famoso perro negro del trasero blanco (nadie lo ha visto más que de espaldas). |
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